Fenómenos como la globalización, las nuevas tecnologías de la información, y muchas otras tendencias del nuevo siglo, tienen una influencia directa sobre todos los aspectos de la vida humana como la cultura, la ciencia, la política, el deporte, y por supuesto la educación. Es por eso que estas nuevas tendencias sugieren uno de los más grandes retos para educadores, colegios, universidades y padres de familia.
Los educadores del siglo XXI debemos ser conscientes de este nuevo desafío que implica orientar el aprendizaje de estudiantes, que están bombardeados con demasiada información, a que sean capaces de enfrentar su realidad siendo ante todo, constructores de su propio aprendizaje a través del desarrollo de estrategias que les ayuden a construir su auto-evaluación, análisis, solución de conflictos, autonomía en el manejo del tiempo, planeación, innovación y creatividad.
Uno de los aspectos más importantes en todo el quehacer educativo en este nuevo milenio es desarrollar un plan estratégico de clase que despierte en el niño el gusto por aprender, incluyendo actividades variadas que sean compatibles con el cerebro y la mente, y que al mismo tiempo sean satisfactorias de necesidades básicas como diversión, libertad, poder, supervivencia, y pertenencia. De la misma manera, es indispensable atribuir sentido a lo que estudian, es decir, que los estudiantes deben percibir la utilidad de lo que están aprendiendo y que estas situaciones, objeto de estudio, se transfieran a su vida cotidiana para que lo que aprendan añada calidad a sus vidas y la de sus seres queridos. Por eso, siempre debemos procurar el desarrollo de un ser social que quiera interactuar con otras personas sin importar su condición, apariencia o procedencia; que puedan trabajar en equipo para que desarrollen valores, pensamiento reflexivo y respeto por otros y el contexto. De esta manera, estos nuevos ciudadanos del mundo serán más sensibles con el cuidado de otras personas, de la naturaleza y los recursos naturales, queriendo cuidar cada vez más el planeta en que vivimos, y vivirán las generaciones venideras.
Teniendo en cuenta la educación en la actualidad, el modelo curricular del Colegio Rochester propende por ayudar a sus estudiantes a convertirse en ciudadanos del nuevo siglo con la conciencia social y ambiental, y los valores descritos anteriormente, a través de todas sus clases de ciencias, matemáticas, artes, deportes, idiomas y demás, haciendo de ésta, una propuesta singular, impar y extraordinaria.
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