Por Celina María Rojas Díaz
Coordinadora Curricular de Educación Religiosa
El pasado 5 de marzo, iniciamos el tiempo de Cuaresma con la celebración del Miércoles de Ceniza. Nuestra comunidad educativa vivió este momento especial a través de una solemne Eucaristía presidida por el capellán del colegio, el padre Luis Norberto Guzmán, junto a los estudiantes de octavo a undécimo grado. Además, se llevaron a cabo Celebraciones de la Palabra organizadas por grado y guiadas por los docentes del área de Educación Religiosa.
En el Colegio Rochester, promovemos la salud espiritual como parte esencial del bienestar integral. La Cuaresma representa una oportunidad invaluable para el crecimiento personal y la transformación interior, invitándonos a vivir con autenticidad los valores del Reino de Dios. Este tiempo nos impulsa a la reflexión, al arrepentimiento sincero y a la reconciliación con Dios, con los demás y con nosotros mismos.
Este período litúrgico es también un símbolo de esperanza, como la primavera que renace tras el invierno. Nos guía hacia la celebración de la Resurrección de Cristo, la Luz que vence la oscuridad. Con corazones renovados, nos preparamos para la Pascua, reafirmando nuestro compromiso de vivir con mayor amor, generosidad y paz.
Lent: A Path of Renewal and Reconciliation
By Celina María Rojas Díaz
Religious Education Curricular Coordinator
On March 5th, we began the Lenten season with the celebration of Ash Wednesday. Our educational community came together for this special moment through a solemn Eucharist, presided over by the school chaplain, Father Luis Norberto Guzmán, alongside students from eighth to eleventh grade. Additionally, grade-level Celebrations of the Word were held, led by Religious Education teachers.
At Rochester School, we promote spiritual health as an essential part of overall well-being. Lent is a valuable opportunity for personal growth and inner transformation, inviting us to live authentically according to the values of the Kingdom of God. This season encourages reflection, sincere repentance, and reconciliation with God, others, and ourselves.
This liturgical period is also a symbol of hope, like spring emerging after winter. It leads us toward the celebration of Christ’s Resurrection, the Light that triumphs over darkness. With renewed hearts, we prepare for Easter, reaffirming our commitment to living with greater love, generosity, and peace.
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